Desde la adolescencia, mi vida laboral estuvo orientada hacia lo administrativo, sin embargo, con el correr de los años estudié Psicología Social y busqué por distintos caminos, la comprensión de mi propio ser y el crecimiento espiritual.
Después de varios años de “terapia de diván” y otros de “cara a cara”, colgué los botines y entré de lleno en la terapia bioenergética. Un día mi maestra escribió una fórmula floral, sugirió que la tomara y así lo hice.
Fue el primer encuentro en el que mi alma dijo – de aquí eres – y entonces me dejé encantar por la magia de la Terapia Floral. Fui siguiendo las señales que me acontecían y en 1997 terminé mi primera formación como Terapeuta Floral en un prestigioso Instituto de Buenos Aires. Con los años vendrían muchos más aprendizajes, con diferentes maestros.